CRISTO TE AMA
  COMUNICACIÓN
 


COMUNICACIÓN

 
El 7 de marzo de 1876 fue publicada la patente del teléfono, invento atribuido
en ese entonces a Alexander Graham Bell, el cual revolucionó el mundo de las
comunicaciones. Han transcurrido 133 años desde que Bell patentó este aparato,
y ahora el teléfono ha evolucionado para convertirse en un medio de
comunicación sumamente utilizado.
El telégrafo, que ya existía antes del teléfono, la radio, la televisión, el
internet y otros medios de comunicación hacen que en segundos estemos
conectados incluso más allá de nuestra atmósfera.
Pero a pesar de tantos inventos, el mundo se ha enfrascado en la utilización de
los medios para fines meramente comerciales, pero los casados cada vez hablan
menos, y padres e hijos casi ni se comunican. Es contradictorio que en la era de
las comunicaciones, vivamos tan incomunicados. Los jóvenes utilizan el internet
para distraerse o para corromper sus sentidos, los niños ven televisión en exceso
en detrimento de los juegos, las parejas ven programas “juntos” pero
“separados”, porque ni conversan.
Si las personas ya no hablan entre sí, ¿qué ocurre con la comunicación con
Dios? La oración ha sido el medio de comunicación por excelencia entre Dios y
los seres humanos, porque Él escucha las plegarias y las responde de acuerdo a
su voluntad, pero cada vez se ora menos. Incluso se piensa que Dios ya no
escucha, como si los ruidos de las ciudades lo han ensordecido.
Ni siquiera las oraciones rutinarias han prevalecido, porque ya no queda
tiempo ni para dar gracias por los alimentos. El cansancio de jornadas agotadoras
hace que al ir a la cama ya no se agradezca a Dios. La prisa de la mañana hace
que ya no se pida para tener un buen día. ¡Hasta dónde hemos llegado!
Mientras tanto, el mundo convulsiona por la violencia, la indiferencia y por la
pérdida de valores y buenas costumbres.
Pero Jesús dejó una promesa: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre,
esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi
nombre, yo lo haré” (Juan 14:13-14). Los cristianos tenemos una puerta abierta
para comunicarnos con Dios, pero tristemente muchos creyentes se han olvidado
de esto.
Otros, solamente buscan a Dios cuando tienen necesidad de Él, pero el
consejo de la Palabra de Dios es: “Velad y orad, para que no entréis en
tentación. El espíritu, a la verdad, está dispuesto; pero la carne es débil” (Mateo
26:41); “Orad sin cesar” (1ª a los Tesalonicenses 5:17).
No debemos ser egoístas pidiendo solamente por nuestros asuntos, sino que
también debemos orar por todos, por nuestros hermanos y por aquellos que nos
han ofendido o lastimado: “Mas yo os digo: Amad á vuestros enemigos,
bendecid á los que os maldicen, haced bien á los que os aborrecen, y orad por
los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44); “Hermanos, orad por
nosotros” (1ª a los Tesalonicenses 5:25).
Si tú has ofendido a Dios y piensas que Él no te escuchará, considera sus
palabras: “si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, si oran y
buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los
cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra” (2º de Crónicas 7:14).
Debes acercarte a Él con humildad de corazón, con la promesa y la
convicción de un cambio de vida; entonces Él perdonará tus pecados y sanará tu
vida: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y
humillado no desprecias tú, oh Dios” (Salmo 51:17).
Considera también que la comunicación es relevante en las relaciones
familiares. No dejes que las prisas de un mundo loco te envuelvan y te aparten de
Dios y de tu familia.

 
 
   
 
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